Esas palabras, esas
últimas palabras rondaban
en su mente, "siempre" retumbaba aún con más fuerza en su
cabeza. Se iba, ella se iba, se marchaba lejos, para no volver. Él seguía donde
mismo la había visto por última vez, al lado
del tercer raíl a la derecha. Intentaba ocultar
su tristeza tras esa faceta de tipo "duro", pensaba
que podía con todo, pero esto le superaba, miraba de vez en cuando hacía los
lados, tratando de encontrar una salida, tratando de imaginar que era una absurda
pesadilla y que cuando despertara, ella seguiría a su lado, enrredada en las sábanas
color salmón ,
eran las favoritas de ella, le parecían especiales, pero él, las odiaba, creía
que eran horribles, pero si ella las ocupaba, le parecía el
paraíso. Odiaba
ver películas románticas, pero si era un domingo lluvioso, con una manta bien
calentita, acurrucados, le parecía que la película debía ganar un Óscar. Odiaba
esa manía que tenía ella, de mirarle con ojos de cachorrito, pero al fin y al
cabo, eran sus ojos y le parecían lo
más hermoso del universo. Odiaba decir "te
quiero" en público, pero con ella, lo
gritaba a los cuatro vientos.
"Si te vas, no vuelvas", esa frase le perseguía, al fin y al cabo, lo que más deseaba en ese momento era abrazarla, besarla, mimarla, cuidarla, decirle mil veces lo mucho que la quería, pero se acabó, ya era tarde, al menos para él.
"Si te vas, no vuelvas", esa frase le perseguía, al fin y al cabo, lo que más deseaba en ese momento era abrazarla, besarla, mimarla, cuidarla, decirle mil veces lo mucho que la quería, pero se acabó, ya era tarde, al menos para él.